Es natural sentir temor durante una situación traumática o después de ésta. Puede aparecer una respuesta fisiológica de "lucha o huida", que es una reacción adaptativa que sirve para proteger a las personas del peligro. En la mayoría de los casos estas reacciones desaparecen de forma espontánea. Pero en ciertos casos estas reacciones perduran, alterando la vida de quien las padece, y es cuando se diagnostica un Trastorno de Estrés Postraumático.
Las personas con TEPT no pueden recuperarse luego de experimentar o presenciar un trauma, y se sienten asustadas, incluso cuando ya no están en peligro. El trastorno puede perdurar mucho tiempo, causando intensas reacciones emocionales y físicas, y un notable deterioro en la calidad de vida de quien lo sufre.
Entre los síntomas se encuentran la recurrencia de pesadillas o recuerdos repentinos y vívidos (flashbacks) relacionados con el trauma, la evitación de situaciones o lugares asociados al evento, la hipersensibilidad ante los estímulos, el estado de hiperalerta, y la aparición de síntomas de ansiedad o depresión, manifestándose asimismo culpa, soledad y pérdida de interés y de placer (anhedonia). También puede presentarse agitación, irritabilidad, aislamiento social o comportamiento autodestructivo.
El tratamiento tendrá como objetivo ayudar al paciente a que procese adecuadamente la experiencia traumática, mediante la exposición a los recuerdos del evento.
El tratamiento psicológico más estudiado para el Trastorno de Estrés Postraumático es la Terapia Cognitivo-Conductual. Esta modalidad de tratamiento constituye la primera elección según distintos consensos. El objetivo del tratamiento es ayudar al paciente a procesar correctamente la situación traumática. También se enfoca en las conductas evitativas, las cuales mantienen la sensación de vivir en un estado de amenaza o peligro permanente.